Historias breves vividas desde agosto 06 por una madre sin experiencia y su bebe dispuesto a aprender

lunes, 18 de octubre de 2010

Lactancia sí, lactancia no

Veo en la Red una polémica que comienza ante la portada del magazine de El Mundo, que bajo el título "Madre o vaca" hace un repaso sobre los pros y contras de dar la teta. Es un tema que viene de viejo, y más allá de las consideraciones sobre apartar a la mujer de los puestos de trabajo en época de crisis (para eso no es necesario utilizar la lactancia como excusa, hay algunos que lo hacen porque les sale de ----) me he sentido totalmente identificada con algunos testimonios sobre la presión, médica y social, que se produce con la recién parida para que de la teta y el rechazo total a cualquier cosa conocida como biberón. En el caso de A. me vuelve a la mente periódicamente una imagen en la que el padre y la madre recientes están con un biberón en la mano, una criatura de horas llorando a gritos y una duda vital marcada por toda la información que se le ha facilitado. A. no quería pecho ni a gritos y yo me negaba llorando a darle biberón. La cuestión es que con la segunda fue igual o peor, ya que los cólicos de L. hacían muy difícil poder darle el pecho tranquila. 
La conclusión es que quien quiera dar pecho lo de, quien no quiera no lo de y los médicos y matronas solo faciliten la información necesaria. 

martes, 5 de octubre de 2010

Estoy criando una fuente

Llevamos tres meses levantándonos una media de dos - tres veces a la noche, dormidos, cabeceando por el pasillo, y medio cabreados, para poner a una enano de cuatro años a hacer pis, por si le diera la "picá" y se le ocurriera aprender a aguantarse las ganas hasta que se despierte. Estamos en una continua guerra psicológica, en la que comienza a haber señales de "bandera blanca" por nuestra parte. Esta noche, además de levantarnos a la 1:30 y a las 4:30 para poner al susodicho a hacer pis, don "meón oficial del reino" ha decidido que también la cama era buen lugar y a eso de las 12:30 y las 6:00 de la mañana, ha aprovechado un apretoncillo para estrenar por dos veces las sábanas. Su cuarto comienza a tener un ligero olor a orín que creo que no vamos a conseguir quitar ni con amoniaco y aguafuerte. Después me encuentro con maravillosos padres y madres que me explican cómo su roro dejó de usar el pañal nocturno de un día para otro, y me siento aún más cansada de poner cada noche el despertador.

No se si estamos haciendo algo mal, si hay alguién que tenga la clave para parar este torrente humano que me lo diga. Por cierto, lo de las cenas secas, que nos recomendó el pediatra, no valen en un tragón que come como un adulto de 40 años. Dile tu después de una tortilla, un quesito, unas pocas gulas de su padre por el camino, una macedonia y si le dejas, media barra de pan, que no beba el angelito. Si fuera yo, me chupaba una botella entera antes de meterme en la cama