Historias breves vividas desde agosto 06 por una madre sin experiencia y su bebe dispuesto a aprender

martes, 27 de marzo de 2007

Tener un hijo es sentir una cadena atada a tu tobillo de forma continua. No lo digo de manera quejosa ni enfadada. Es la simple constatación de un hecho. Ya puedes poner kilómetros entre tu y el, que siempre sentiras ese lazo que provoca que no puedas deshacerte de su imagen. Viene al caso esto porque he procedido a celebrar mi primer viaje sin el bebe. Era a una ciudad a una buena distancia de la mia. El primer día celebras las horas de sueño que ganarás esa noche. Durante la noche no paras de pensar en cómo estará el niño, por lo que duermes la misma cantidad que si hubiera estado junto a ti. El segundo día te lo pasas colgada del teléfono comprobando que el niño sigue en su sitio, entero y que no se olvide de ti, para lo que le gritas bobadas a través del móvil. La noche vuelve a ser una copia de la primera, con el desasosiego ya subido a tu espalda de manera continua. El tercer día es el del regreso y pasas las horas deseando llegar a casa para verle de nuevo. Certifico por lo tanto, que existe esa cadena, pero no lo digo con dolor sino con alegría.

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