Historias breves vividas desde agosto 06 por una madre sin experiencia y su bebe dispuesto a aprender

jueves, 1 de marzo de 2007

Nuestro monito amaestrado

Las relaciones de padres primerizos con otros homólogos me traen a la cabeza los comportamientos de los animales de los docus de la 2, que allí en la sabana africana se esfuerzan por mostrar su plumaje, cornamenta o cualquiera sea su principal atributo, cuando se encuentran frente a frente a un ejemplar de su especie y sexo.
Quiero decir, que si estando en un lugar cerrado en el que hay que esperar un tiempo, que oscila entre los 30 minutos o la eternidad, y en el que la única diversión es un cártel sobre el Mundial 82, es decir, en la consulta de un médico, se inicia una lucha titánica por demostrar a los que nos rodean las habilidades de nuestro rorro.
El mio anda ya, y dice papa y se toca los pies con las manos, y ya puestos, si el enfrentamiento es muy igualado, somos capaces de vender que el pequeñajo de 6 meses que te mira con cara asombrada desde un cochecito, controla ya la tabla del 9, dibuja sin salirse de la raya y prepara su ingreso en el Conservatorio.
Y cogen al niño, él que estaba tan tranquilo asombrado porque ha descubierto una cosa con cinco palos que se mueve delante de él al acabar su brazo, y anda nene, a hacer la función. "Pablito, nene, a ver cómo andas", "Azucena, ven con papa y cantame la canción"... Todo ello a ser posible en voz muy alta, por si alguno de los sufridores no se hubieran enterado que tienen un Einstein en potencia ante si. Y encima, aunque ellos no se quieren dar cuenta, el niño pasa de sus padres y no hace nada de lo que le piden y miran alrededor buscando una tabla de salvación.
Pero es más, se acercan a la víctima que más cerca tengan e intentan entablar una conversación. No pretenden ser amables durante la espera, sino que dan vueltas a la conversación hasta que encuentran un resquicio en el que colar cómo come el niño, cómo duerme el niño y de qué color son los granitos que le salen en el estómago.
En fin, que si en una consulta de un centro de salud cualquiera, el matrimonio de viejecitos que van a por recetas, decidieran aprovechar la espera para demostrar lo bien que tienen la memoria y cómo recuerdan todos los datos, a voz en grito y en medio de la sala (bueno, bien pensado, sí que suelen hacer eso), nos extrañaríamos. ¿Quién ha dado entonces beneplácito a los papas para tener un monito amaestrado que mostrar en estas ocasiones?

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